Miguel Marín, un ídolo de antaño.

Por: Arturo Aceves

Hoy soy una persona diferente al niño – adolescente que se enamoró del futbol a principios de los 70’s gracias a un equipo: Cruz Azul.  Hoy, con mayor madurez (y algo de objetividad) reconozco y disfruto el futbol mundial, con ligas tan distantes a la nuestra como la inglesa o la española, que ofrecen verdaderos espectáculos y es muy fácil volverte fan de cualquier equipo de esas latitudes, y no salir decepcionado …. sin embargo, en mi corazón siempre está y estará Cruz Azul.  Y hoy lo sufro, esperando temporada tras temporada el regreso del anhelado título de campeón.

¿Por qué Cruz Azul? Independientemente de que el equipo era el más grande en ese momento, había ídolos que representaban la verdadera sangre azul, y como todo en la vida, son las personas las que marcan para bien o para mal lo que algo representa en ti, y al ser parte de ese equipo, lograron que su escudo se tatuara para siempre en mi piel.

Mi verdadero ídolo, el que me hizo azul, se llamó Miguel Marín.  Para mí el mejor portero que hubo en México por muchos años durante la época que formó parte del Cruz Azul; siempre ligado a la institución, a tal grado que sus últimas horas en esta Tierra las vivió en la institución.

Miguel Marín trabajó al lado de grandísimas figuras, y lo hizo como líder, como guardián de su portería y como impulso y motivador del resto de sus compañeros, dejando la piel en la cancha en cada partido, disfrutando al máximo los triunfos y sufriendo igual las derrotas, pero aprendiendo y siendo mejor al siguiente día. Desde el rectángulo que representa el área del portero, Marín fue el líder de toda la cancha.  En verdad, bajo los tres palos, fue siempre una muralla muy difícil de vencer, un verdadero felino (por eso era el Gato Marín), y fue ese portero el que en los 70’s forjó con otros grandes jugadores la leyenda de ese Cruz Azul, invencible y campeonísimo. 

Para mí fue el mejor portero en México, y como niño siempre quería tener sus legendarias sudaderas de rayas horizontales, e imaginarme volando debajo de la portería deteniendo los más complicados disparos y llevando al Cruz Azul al campeonato. Nadie negará que fue un verdadero ídolo, amado por sus fans y envidiado -pero admirado- por sus contrincantes.  A pesar de eso, lo califico como un hombre sencillo, y muy seguido siempre por los niños.

Recuerdo que aunque a mi madre no le encantaba la decoración de mi habitación de niño, pósters diversos la adornaban, del Cruz Azul tricampeón del Futbol mexicano, y otros varios de Miguel Marín en acción, incluso recortes de periódicos.  Para mí era la imagen viva de la invencibilidad.  Llegó a México en 1971, con hambre de hacer cosas grandes …. y lo logró.  Además del gran deportista, era amable con el público, con la prensa, sin poses que podría tener por lo grande que era, pero nunca perdía el piso, e irradiaba un gran carisma.

Algo que extraño enormemente, es que Miguel Marín ganó 5 títulos con Cruz Azul, participó en 5 finales y no perdió ninguna, nunca fue sub-campeón, no escribió esa palabra en su biografía. 

En ese entonces era una delicia que duraba días o semanas ganar un partido al América, las Chivas o a los Pumas, gracias a que sus delanteros, temidos en toda la liga con nombres de gran peso como Reynoso, Cabinho, Barbadillo, Muñante, Pata Bendita, Enrique Borja y otros más, no podían perforar la cabaña que el Gato Marín defendía y, aunque lo recuerdo como invencible, también lo recuerdo como humano por el autogol que metió en un partido de liga contra el Atlante, que me hará siempre recordar que, como yo, somos humanos.  Gran Portero, gran ser humano.

 

Imagen: Pamboleros

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